200 metros separaron la Minga del señor Presidente en Caldono, 200 metros que simbolizan 200 años de separación entre los gobiernos con la gente de a pie, 200 años de negación, exclusión y discriminación que aún no termina, 200 años de desencuentros con el poder político que siempre ha gobernado este país. 

Por: El Senador Feliciano Valencia

200 metros separaron la Minga del señor Presidente en Caldono, 200 metros que simbolizan 200 años de separación entre los gobiernos con la gente de a pie, 200 años de negación, exclusión y discriminación que aún no termina, 200 años de desencuentros con el poder político que siempre ha gobernado este país. 

Se escucha de todo después del desencuentro contra la Minga. Lo que no se dice es que a Caldono llegaron: campesinos, afros, indígenas, hombres, mujeres, niñas y niños de todos los rincones de Caldas, Huila, Cauca y otras regiones del país. Unos que desde hacía un mes esperaban al Presidente, o tal vez desde que se posesionó como jefe de Estado. Miles de mingueros y mingueras llegaron dejando las parcelas y al resto de su familia allá en las montañas; caminaron horas, días, noches, trayendo a cuestas la comida que sembraron con anticipación, disponiendo de sus ahorros para pagar las chivas (vehículos de carga pesada) o ayudar para la gasolina. El afán era llegar.

Una vez instalados en las veredas: El Pital, Monterilla, El Cairo, Patico, Morales, Paletará, Inzá, esperaron amontonados con paciencia, soportando trasnochas, frío, calor y el asedio permanente de helicópteros que sobrevolaban a altas horas de la noche arengado a la Minga y la represión militar que no se hizo esperar. Gente de las montañas y del campo que no venía a pedir favores del gobierno, si no a reclamar derechos como lo dicen las leyes.

En cambio, y después de tantos días de llamado, llegó el Presidente y su comitiva, venían de Bogota, centro del poder político, en helicópteros, custodiados por cuerpos de inteligencia, artillería militar y un tremendo despliegue de fuerzas élites del Ejército, la Policía y comandos especializados en seguridad. Caminó el señor Presidente más de 200 metros, hasta saludó a algunos parroquianos, se tomó fotos, dio declaraciones a la prensa y se metió en un colegio.

La Minga lo esperó en el parque principal para conversar de manera pública, como fue lo acordado, pasaban las horas, las razones se cruzaban de un lado para otro, finalmente dijo que no iba donde estaba la gente porque “lo iban a matar”, claro, aduciendo lo dicho por el Fiscal General de la Nación y por recomendación del Ministro de Defensa Nacional.

Se fue el señor Presidente, no habló con la gente, estando tan cerca, 200 metros de distancia que, a propósito del Bicentenario conmemorado este año, son 200 años de negación.

Lo anterior refleja la tremenda realidad de una sociedad que no desenreda los hilos de convivencia en la diversidad.